Con la llegada del otoño comenzamos un nuevo curso. Lo hacemos marcados desde marzo por el drama mundial de la pandemia. Somos conscientes de nuestra vulnerabilidad dentro de un mundo sufriente. Percibimos muchos síntomas de malestar en el estado anímico de las personas. El miedo a veces se convierte en violencia y rechazo a los más débiles de la sociedad. Como Frater conocemos bien el mundo del dolor y el aislamiento social del estigma de la discapacidad. En este sentido hemos de aportar nuestra experiencia y alzar la voz de la denuncia profética cuando llegue el momento.
La noche en el mar del dolor de los primeros discípulos nos lleva al dolor provocado por el COVID-19, a vivir la soledad, el aislamiento. La presencia del Señor en la barca en los momentos de dificultad nos ayuda a mantener viva la esperanza. La misión de Frater es volver a echar las redes, confiar en Su presencia en nuestra vida de fraternos y realizar la tarea a la que estamos llamados a ser: “pescadores de hombres” en los lugares donde estamos.
Ánimo y buen inicio de curso.
Equipo General